Levántate,... ¡levántate!... levááántate. Y cual terremoto surge de entre las sábanas un rostro desesperado diciendo: ¿Ya es hora? Déjame dormir más, total hoy es el primer día y no pasa nada.
Una cara que lo dice todo, no da tiempo a pensar la respuesta. Lento pero «seguro» este joven se viste presto a comenzar su 1er. día de clases. Y mientras avanza a tan nefasto lugar piensa. «Otra vez me tocara ese viejo, que no me dejó copiar en todo el año. Y la de Geografía tan macanuda, no aprendí nada pero pasamos todos. El de Música ¿no se irá con la música a otra parte? Uy, que fuerte está esa rubia, ¿por qué no...?» Piensa al mismo tiempo que su cabezazo lo deja cara a cara con la susodicha. Justo cuando va a... timbre!!
Esta historia inventada ¿no le hace recordar algo…? La próxima semana es el comienzo de clases, presente en la mente de muchos jóvenes, que en un lugar de tomar la educación como un beneficio, muchos la ven como un castigo.
Esta realidad se ve año tras año, donde cientos de muchachos pierden el tiempo y ocupan un espacio muchas veces cansado, por otros. ¿Cuál será el problema? ¿Los docentes, el sistema, el método empleado, o los contenidos que muchas veces no colman las expectativas quizás un poco de todo?
Debemos juntos buscar la forma en que la juventud perciba la necesidad y el derecho a la educación, que estas palabras en boca de ellos sean realidad y no un arma que los agitadores usen para provocar disturbios en los centros de enseñanza.
Cuando los docentes ingresamos a un grupo nuevo lo primero que se nota es la cantidad de repetidores que muchas veces son el 30% de los alumnos del grupo. ¿Cuál es el problema donde las estadísticas nos dan que muchos de esos alumnos vuelven a repetir? Muchos creen que la solución está en bajar los niveles de exigencia, que el alumno se trauma por la misma, y preguntamos amigo lector ¿En su época de estudiante, a usted, no le exigían mucho más aún?
Los medios masivos de comunicaciones transmiten valores, muchos de ellos contra la formación del hombre y el desarrollo del conocimiento. Siendo este uno de los principales males de la época.
Docentes; padres y la sociedad en general debemos luchar contra los medios que tergiversan los valores humanos, debemos inculcarle a los jóvenes la necesidad individual de superarse, no como se acostumbra a decir. «Porque tus padres hacen sacrificio». Sino por el bien y futuro de ellos mismos ya que el futuro de la raza humana y las oportunidades se construyen día a día con la voluntad y el esfuerzo de cada uno.
Cuando uno dialoga con ellos en diferentes circunstancias, dicen que no tienen futuro, «para qué luchar y trabajar con el mundo en que nos tocó vivir. Y como dijo que el poeta «caminante no hay camino, se hace camino al andar». Esa es la filosofía que debemos inculcarle a los jóvenes. El futuro no está escrito, lo construimos todos juntos, donde cada uno recibe el resultado de su propio esfuerzo. Duele ver jóvenes que no consiguen trabajo por no estar preparados, terminando como vagabundos o delincuentes, echándole la culpa a la sociedad, y al mundo en general por su desdicha.
El día en que tomemos conciencia que las cosas suceden porque nosotros las provocamos, entonces los jóvenes van a entender junto con la sociedad: que la educación, es lo que ha permitido al hombre mejorar su calidad de vida. Donde la ignorancia provoca más ignorancia, y que la misma es la causante de la destrucción de vidas.
Espero ver el día en que los jóvenes disfruten el resultado de un esfuerzo académico así como de las oportunidades de diversión que nos brinda la vida. Y ese día el cuento con que este artículo comenzó, logre quedarse en eso.
Un cuento nada más.
Publicado: 19/3/1998; Semanario Opinión
Nota: se corrigieron errores sintácticos